Terapia cimática: historia y aplicaciones médicas de la geometría del sonido

Origen de la cimática

Si bien el fenómeno de cómo las ondas sonoras interactúan con la materia ya había sido observado anteriormente por Leonardo Da Vinci (1452-1519), Galileo Galilei (1564-1642) o Robert Hooke (1635-1703), fue el físico alemán Ernst Florenz Friedrich Chladni (1756-1827), considerado el padre de la acústica moderna, el primero en analizarlo de manera sistemática.

Sus estudios tendrían continuidad en las investigaciones de Michael Faraday (1791-1867), Jules Antoine Lissajous (1822-1880), Lord Rayleigh (1842-1919), Margaret Watts-Hughes (1850-1907), Mary Desiree Waller (1886-1959) y, muy especialmente, en las del científico y músico suizo Hans Jenny (1904-1972), las que demostrarían cómo la propagación de las ondas acústicas a través de determinados líquidos o semisólidos generaba diferentes formas geométricas.

Constatación esta que marcaría el nacimiento de la cimática (término derivado del griego kyma, "onda"), definida por Jauset en su obra La terapia de sonido: ¿ciencia o dogma? como la "disciplina que evidencia el efecto de la energía acústica en el medio en el que se propaga".

El doctor Jenny utilizó distintos tipos de materiales en sus investigaciones, incluyendo pastas, líquidos y plásticos, que eran colocadas en una superficie de metal a la que hacía vibrar utilizando un oscilador de cristal capaz de generar una frecuencia específica. Luego, fotografiaba y filmaba los efectos conseguidos.

Jenny, que dedicó catorce años de su vida al estudio de este fenómeno, corroboró que los patrones formados venían determinados por variables tales como la frecuencia a la que los elementos habían sido expuestos o la amplitud de la onda, además de, por supuesto, el tipo de sustancia utilizada. Así, los sonidos agudos producían las formas más complejas, mientras que los graves daban como resultado patrones más sencillos.


Hans Jenny.

En ambos casos, los simétricos patrones obtenidos se mantenían mientras duraba el sonido, colapsando cuando éste se detenía. Por otro lado, también observó que, a mayor amplitud de onda, más rápido y agresivo era el movimiento generado, llegando incluso a producir, en ocasiones, pequeñas erupciones.

Los experimentos realizados revelaron una sorprendente afinidad entre los patrones obtenidos en su laboratorio y otros iguamente simétricos que podían encontrarse también en la naturaleza. Esto lo llevaría a afirmar, influido por las teorías antroposóficas del filósofo Rudolph Steiner (1861-1925), que también estos últimos eran producto de las relaciones entre ondas sonoras.

Por lo tanto, todo lo que vemos no sería otra cosa que la materialización de la "música" del universo, ya que, en última instancia, todos los fenómenos naturales reflejarían patrones inherentes de ondas producidos por vibración. Así, la propia evolución biológica podría explicarse en términos de frecuencias.

Y aunque Jenny no exploró nunca las repercusiones que podían tener sus hallazgos en el ámbito médico, sí creía que la comprensión de cómo diferentes frecuencias podían influir en los genes, células y varias estructuras del cuerpo era fundamental para saber cómo aplicar dicho conocimiento a la curación del cuerpo, sentando así con su labor las bases para el estudio de las posibles aplicaciones terapéuticas del sonido.

Terapia cimática


Doctor Peter Guy Manners.

A partir de investigaciones sobre la energía electromagnética y del concepto de que persona, planta, animal u organismo están rodeados por un campo de energía que resuena a su frecuencia particular, el osteópata inglés Peter Guy Manners (1939-2009) fue uno de los pioneros en la aplicación terapéutica de la cimática en los años ´60.

Manners consideraba que cada órgano y tejido del cuerpo poseían su propia frecuencia vibratoria, la cual se ve alterada en caso de enfermedad. Por lo tanto, es posible ayudar al cuerpo a retornar a su estado original de salud mediante el uso y la aplicación de dichas frecuencias resonantes óptima.

Contemplando el cuerpo como una compleja combinación de frecuencias armónicas, Manners no duda en afirmar que incluso nuestras células son sensibles a los efectos del sonido y la vibración ("sound has the ability to rearrange molecular structure").

¿Somos entonces los seres humanos, al igual que las plantas o los cristales, también una manifestación visible de música? ¿Puede el sonido influir en nuestra realidad física hasta el punto de poder transformarla? Y, de ser así, ¿podemos servirnos por tanto de la vibración sonora para potenciar y acelerar procesos de curación en nuestro organismo?



Cimática y medicina

Hoy en día se ha constatado que es posible tratar desde lesiones articulares hasta desgarros musculares, fracturas de huesos e incluso la artritis mediante tonos de frecuencias audibles generados por equipos biomédicos.

En los experimentos de cimática se hace vibrar la superficie de una placa, diafragma o membrana y aparecen regiones de desplazamiento máximo y mínimo en una cobertura delgada de partículas, pasta o líquido. En el medio aparecen diferentes patrones según la geometría de la placa y la frecuencia de la vibración.

El aparato empleado para el estudio puede ser simple, como el cuenco tibetano o la placa de Chladni, o avanzado como el CymaScope, un instrumento de laboratorio que hace visible las geometrías inherentes dentro del sonido y la música.

A diferencia de otras terapias, la cimática aprovecha los beneficios y adelantos de la medicina actual, por eso la profesión médica está más inclinada a aceptarla.

Es una terapia que utiliza ondas de sonido que actúan al mismo nivel de frecuencia que las células sanas. Tiene como principio que cada célula del cuerpo está controlada por un campo electromagnético que resuena en su propia frecuencia de sonido.

Cuando nuestra energía está bien, la frecuencia es firme y constante; mientras que cualquier anomalía altera la armonía del cuerpo y entonces la zona afectada genera una mayor resonancia.

Esta ciencia prueba, más allá de toda duda, que cualquier sonido cercano al organismo originará un cambio físico en el mismo. Un ejemplo: transmitiendo una frecuencia correcta a un músculo puede reequilibrarse la energía y aliviar el dolor.

El especialista genera una frecuencia igual que el de las células sanas. Para ello puede llegar a utilizar la técnica en agua caliente, que es ideal para personas con problemas de movilidad, así como también emplear música terapéutica, que incluye ondas de alta frecuencia, para relajar y aumentar la sensación de bienestar.

Un terapia segura, indolora y sencilla

Esta terapia administrada correctamente es totalmente segura para todo el mundo, desde bebés y mujeres embarazadas a personas frágiles y ancianas. Así como también puede ser tratado cualquier estado psicológico, sin haberse registrados efectos adversos.

Los beneficios suelen ser visibles al momento o desde la tercera sesión. Entre otros, son:

- Reduce el dolor y la inflamación ayudando a mejorar la movilidad.

- Ayuda a mejorar la artritis.

- Reumatismo.

- Dolores musculares y espalda.

- Lesiones deportivas y fracturas de huesos.

- Hernia de disco.

- Recuperación postquirúrgica.

- Genera estados cerebrales de profunda relajación, liberando estrés y tensiones del cuerpo.

Esta terapia, que suele ser indolora y fácil de realizar, y está teniendo mucho éxito por sus reconocidos beneficios, es utilizada por distintos especialistas de otras terapias complementarias, como la acupuntura y la osteopatía.

En la actualidad existen clínicas especializadas en cimática en muchos países.

Video: Aplicación de la terapia cimática / Dr. Peter Manners